Durante los meses más fríos, especialmente en diciembre y enero, es frecuente que surja una epidemia de bronquiolitis, una enfermedad que afecta especialmente a los lactantes, con la gravedad que ello supone. Es, además, habitualmente, motivo de colapso en las consultas y urgencias pediátricas.
Se trata de una infección vírica de las vías respiratorias bajas; “se inflaman y se estrechan, de modo que se dificulta el paso del aire y se produce una obstrucción inflamatoria”, señala la doctora Carmen Temboury, especialista en Pediatría del Hospital Vithas Nuestra Señora de América.
Está causada por un virus, “entre el 60 y el 80% de los casos por el virus sincitial respiratorio (VRS)”, aunque también la producen otros virus. Afecta especialmente a los menores de 2 años, aunque también pueden contagiarse niños más mayores o incluso adultos, produciendo un cuadro catarral. En los bebés menores de 3 meses puede resultar grave, sobre todo si padecen alguna enfermedad respiratoria o cardíaca o si han sido prematuros. Es, además, la causa más frecuente de hospitalización en menores de un año.
“A diferencia de la bronquitis, que puede ocurrir a cualquier edad y que afecta a los bronquios, a las vías aéreas grandes, la bronquiolitis afecta a los bronquios terminales y bronquiolos, que son las vías aéreas finales, de pequeño tamaño”, apunta la doctora Temboury. En caso de que un lactante muestre dificultad para respirar se debe consultar con el pediatra. El Hospital Vithas Nuestra Señora de América pertenece al grupo sanitario Vithas que cuenta en España con 12 hospitales y 13 centros especializados denominados Vithas Salud.
Se transmite por secreciones respiratorias, tos, estornudos y también, indirectamente, por contaminación de las superficies. “Es importante el aislamiento respiratorio y el lavado de manos, así como las medidas de limpieza”, señala la doctora Temboury. En las guarderías el riesgo de contagio es muy elevado. También influyen el tabaco y la contaminación, que pueden agravar el curso de la enfermedad.
El diagnóstico es, fundamentalmente, clínico, ya que se trata de un cuadro característico del lactante. “Inicialmente cursa con un catarro de vías altas que, en 2 o 3 días afecta también a las vías respiratorias inferiores produciendo tos, fiebre, secreciones, dificultad respiratoria progresiva, taquipnea y disminución de la saturación de oxígeno en sangre”. Además, provoca dificultad para la alimentación y rechazo de las tomas por parte del bebé.
En bastantes casos es necesaria la hospitalización, especialmente en menores de 3 meses. La frecuencia y el trabajo respiratorio, el color del niño y la dificultad para su alimentación son aspectos que orientan al pediatra sobre la necesidad de ingreso, con la ayuda de la saturación de oxígeno y la gasometría.
El tratamiento es sintomático y persigue mantener la hidratación y nutrición del menor y mejorar la oxigenación.
La infección no produce inmunidad completa ni duradera. “En el caso de los lactantes las reinfecciones y las secuelas como bronquitis recurrentes y asma son frecuentes”, afirma la doctora Temboury.
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