Es habitual durante los meses previos a verano oír hablar de dietas milagro que auguran resultados prometedores en sólo unos pocos días, como la dieta de la cebolla o de la alcachofa, dietas depurativas, dietas diuréticas, etc. Es importante saber discernir cuáles son los hábitos realmente saludables y cuáles están basados en “leyendas urbanas” y por tanto pueden causar graves perjuicios a nuestra salud, además de provocar un escepticismo injustificado hacia todas las dietas en general. El Dr. J. Antonio Casermeiro, Secretario de la Junta Directiva de la Sección Colegial de Médicos Estéticos del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, nos indica los inconvenientes de realizar este tipo de dietas exprés:
- Dietas intensivas basadas solo en la ingesta de líquido durante varios días
Estas dietas pueden provocar graves alteraciones en nuestro organismo, puesto que, para su correcto funcionamiento, nuestro cuerpo necesita de forma constante ingerir una serie de nutrientes para poder llevar a cabo sus funciones más elementales. La falta de algunos de ellos puede provocar, entre otros, la disminución de las defensas del organismo, el empeoramiento del estado de la piel, el descenso de los niveles de minerales, malestar general, cansancio, etc. Si ingerimos únicamente agua o zumos provocaremos, a muy corto plazo, carencias que pueden costarnos caro en términos de salud. Ese tipo de dietas nos ofrece un resultado momentáneo, pero que conlleva una recuperación del peso al volver a una alimentación normal.
De igual forma, el experto añade que otros métodos de adelgazamiento basados en la pérdida de líquidos como puede ser la sauna, son muy recomendables para la higiene y la depuración de la piel, pero la pérdida de peso que ofrecen es totalmente transitoria, hasta el momento en que el cuerpo reciba la hidratación necesaria.
- Dieta intensiva tomando únicamente algunos alimentos (dieta de la alcachofa, de la cebolla, de la fruta, etc.)
Unos pocos alimentos nunca nos van a proporcionar las cantidades de nutrientes necesarias para conservar nuestra salud intacta. Con según qué intentos, podemos sufrir descompensación es que dejen secuelas importantes. En el caso de una dieta con falta de las proteínas necesarias, lo que estamos perdiendo no es solamente grasa sino también masa muscular. Ello provocará la recuperación nuestro peso inicial inmediatamente al acabar la dieta, porque nuestro cuerpo buscará recuperar ese músculo perdido. Se llama “efecto rebote”.
Y es que lo importante en una dieta no es cuánto perdemos sino qué perdemos; al perder masa muscular, nuestro organismo gastará cada vez menos energía, y por ende menos grasa, llevando a la recuperación del peso perdido. Eso explica que, comiendo la misma cantidad, una persona engorde más, porque su cuerpo antes gastaba mucha más energía al tener más masa muscular, es lo que llamamos «metabolismo basal».
- Comer sólo vegetales
El principal objetivo de una dieta, no es perder peso sino grasa. Si no comemos una cantidad suficiente de proteínas, lo único que conseguiremos es que la báscula marque una cifra menor pero a expensas, por un lado, de nuestra masa muscular, como ya hemos dicho y, por otro, de nuestra piel, provocando flacidez. En efecto, si el organismo no recibe suficientes proteínas de la alimentación, las tomará del propio cuerpo. Si perdemos peso pero no perdemos grasa, nos estamos engañando; en poco tiempo vamos a recuperar todo lo perdido porque nuestro cuerpo está “programado” para ahorrar energía y almacenarla.
- Tomar diuréticos o pastillas “adelgazantes”
La utilización de fármacos de tipo diurético es sumamente peligrosa en manos inexpertas. Su uso puede causar problemas muy graves. Cuando provocamos, artificialmente, una salida de líquidos de nuestro organismo, perdemos también micronutrientes básicos para nuestra salud: sodio, magnesio, vitaminas, calcio, ácidos grasos y, sobre todo, potasio. La pérdida de potasio afecta a la conducción eléctrica de todos nuestros músculos. Si sucede en un músculo de la pierna, notaremos solamente una sucesión de calambres más o menos molestos; pero si tiene lugar en el músculo cardíaco, se tratará de algo mucho más grave para tu salud. Ni que decir que, para desgracia de muchos, no existe ninguna pastilla realmente adelgazante por sí misma que vaya a permitirnos disfrutar de alimentos muy calóricos sin engordar.
Como apunta el Dr. Casermeiro, debemos ser conscientes de que una dieta siempre debe concebirse como un tratamiento médico y, como tal, debe comenzar con una visita al especialista y con una Historia Clínica y una analítica para identificar todos aquellos problemas y contraindicaciones que puedan aparecer durante la misma. La supervisión médica en cualquier dieta es necesaria no solamente para evitar problemas de salud, sino también para consolidar un mantenimiento del resultado a largo plazo.
En base a todo lo dicho, nuestra dieta “ideal” debería evitar todos esos errores y cumplir con los criterios de una dieta de calidad:
– un control médico personalizado. – una vigilancia analítica seria. – una pérdida selectiva de grasa. – un estado de bienestar total durante y después del tratamiento. – sensación de ausencia de hambre. – evitar el temido «efecto rebote» o «efecto yo-yo». – la conservación de una masa muscular intacta. – la ausencia de flacidez cutánea causada por la pérdida de peso. – el mantenimiento de los resultados a largo plazo. Y lo más importante para ello: -Una reeducación alimentaria que respete nuestros biorritmos; que tenga en cuenta no sólo qué comemos sino a qué hora lo comemos.
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