Se calcula que actualmente entre un 5 y un 10% de la población pediátrica presenta síntomas depresivos. Algo preocupante, sobre todo al considerar que los rasgos de esta enfermedad en niños y adolescentes son diferentes a los síntomas habituales de tristeza que presenta la población adulta, por lo que su diagnóstico puede ser algo complicado en algunas ocasiones.

En pacientes menores, los síntomas depresivos se caracterizan por irritabilidad, cambios de humor, desgana, apatía y pensamientos negativos sobre uno mismo. Tal y como afirma César Soutullo, director de la unidad de psiquiatría infantil y adolescente de la Clínica Universidad de Navarra, la depresión es un problema bastante frecuente en niños y en adolescentes. Sin embargo, los síntomas no suelen ser como los de los adultos, en quienes se manifiesta principalmente mediante tristeza. “En los menores, suele presentarse hastío o aburrimiento, falta de interés o irritabilidad, síntomas que a veces confunden el diagnóstico con alteraciones conductuales, relacionadas con la adolescencia”, explica el especialista Soutullo. Alteraciones físicas, como problemas para dormir o cambios en el apetito -tanto a menos como a más-, y un estado de humor triste, irritable o de desinterés (anhedonia o falta de satisfacción ante cosas que antes les gustaban) son algunos de los principales rasgos depresivos en menores. “Un niño que deja de salir con compañeros y se pasa mucho tiempo en casa sin hacer nada, con sensación de apatía son otras posibles señales depresivas”, apunta este psiquiatra.
Sin embargo, estos síntomas también pueden darse en otras circunstancias no relacionadas con la depresión. La alarma debe dispararse cuando se produce un cambio de conducta (no necesariamente muy brusco) respecto a su estado basal (normal). “Si vemos que a lo largo de unas semanas el niño empieza a estar muy cansado, a tener problemas físicos, o comienza a expresar ideas que connotan una autoestima muy baja, debemos acudir a un especialista”, añade el psiquiatra Soutullo.
Aunque actualmente existen terapias efectivas contra la enfermedad, continúan investigándose nuevos tratamientos para ampliar el abanico de alternativas terapéuticas con menores efectos secundarios. Claro ejemplo de ello es el ensayo clínico que se está llevando en cuatro centros españoles sobre el fármaco vortioxetina. Un medicamento ya aprobado en adultos y que parece ser que podrá suponer una mejora en el control de la depresión mayor aportando menores efectos secundarios.