Durante más de 15 años, la gemcitabina en monoterapia ha sido el tratamiento estándar en pacientes con adenocarcinoma pancreático en estado metastásico. La inclusión de nab-paclitaxel a esta terapia ha demostrado mejoras significativas en diferentes aspectos. Transcurridos tres años de práctica clínica en nuestro país, los especialistas Josep Tabernero, jefe de servicio de oncología médica del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y Alfredo Carrato, también jefe del servicio de oncología médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, confirman su efectividad. “Mientras que con el tratamiento anterior la supervivencia media de pacientes con cáncer de páncreas metastásico era de unos seis meses, con la nueva combinación farmacológica ésta llega a ser de nueve a once meses”, afirma
Tabernero, también director del instituto de investigación oncológica VHIO (Vall d’Hebron Institut d’Oncologia) y añade, “sin olvidarnos del fármaco denominado Folfirinox, que también ha supuesto en los últimos años un avance en lo que a terapia se refiere, aunque con el inconveniente de presentar mayor toxicidad y complejidad para su administración”. Falta de sintomatología acompañada de diagnósticos tardíos hace que sea un tumor con altas cifras de mortalidad. De hecho, se calcula que en diez años, a pesar de que será el octavo tipo de cáncer más frecuente, será la segunda causa de muerte por tumor.
“En cáncer de páncreas no hay tantos avances como en otros tipos de tumores, y no sólo nos referimos a nivel farmacológico, sino también a nivel de cribado. No hay una población de riesgo definida”, lamenta el oncólogo Alfredo Carrato. La quimioterapia resulta una alternativa de tratamiento para la mayoría de los afectados por este tipo de tumor, pues se calcula que de la cirugía sólo pueden beneficiarse entre un 15 y un 20% de los pacientes (de los cuales sólo sobrevivirá un 30%). La nueva combinación farmacológica, sin embargo, ha conseguido aumentar el porcentaje de pacientes que pueden someterse a intervención quirúrgica.
“Mientras que hace unos años, con la terapia convencional, sólo el 10% de los tumores conseguían disminuir de tamaño lo suficientemente como para plantear la opción de intervención quirúrgica. Hoy en día, con los esquemas de quimioterapia que hay, este porcentaje ha ascendido, en algunas series, a un 30%”, señala el oncólogo Josep Tabernero. Todo apunta a que la efectividad de esta combinación farmacológica podría estar relacionada, entre otros aspectos, con la proteína SPARC, común en el estroma de tumores pancreáticos. En este sentido, la afinidad que ésta presenta por la albúmina podría favorecer la eliminación del estroma y haría más efectiva la llegada del fármaco al tumor.
Aunque el avance ha sido relativamente importante, “aún queda mucho por investigar y mejorar”, añade Josep Tabernero. Y la personalización terapéutica está siendo, en este sentido, una línea de investigación también para el cáncer de páncreas. “Tenemos fármacos en desarrollo que utilizan formas de bloqueo de las vías de señalización celular que permitirán, dependiendo de las alteraciones genéticas, conseguir mayor eficacia”, concluye el especialista Carrato.