El deporte es sano y además recomendado por todos los especialistas. No cabe duda. La sociedad está cada vez más concienciada de la importancia de llevar un estilo de vida saludable y durante los últimos años ha habido una tendencia al alza en la práctica de ejercicio. Pero, aunque este dato es positivo, con frecuencia el deporte se practica sin control médico. Cuando se realiza de forma intensa o a partir de determinada edad el riesgo de sufrir eventualidades asociadas al ejercicio aumenta considerablemente. “Cada fin de semana enterramos a un ‘runner’, hay que detener esto”, afirma el cardiólogo del Hospital Clínic de Barcelona, Josep Brugada y añade, “hemos ido de un extremo a otro y ahora parece que si no haces una maratón cada fin de semana ya no eres nadie”.
Después de las vacaciones, y aprovechando la vuelta a la rutina diaria, es el momento idóneo para revisar nuestro estado físico
El corazón es el más afectado. Y es que en muchas ocasiones hay pacientes totalmente asintomáticos que presentan una cardiopatía latente. Después de las vacaciones, y aprovechando la vuelta a la rutina diaria, es el momento idóneo para revisar nuestro estado físico. Reconocer posibles alteraciones cardiacas permite adaptar el deporte a la patología del paciente, de manera que la práctica de ejercicio se realice sin riesgo y sea, como se pretende, saludable. La miocardiopatía hipertrófica y la displasia del ventrículo derecho son las patologías más frecuentes provocando, en muchas ocasiones, lo que se conoce como “muerte súbita del deportista”. Pero también existen otras patologías, las enfermedades eléctricas de base genética, que pueden condicionar la práctica de ejercicio como el síndrome de Brugada, de QT largo y corto y la taquicardia ventricular. Esta última es la más peligrosa porque siempre aparece durante la realización de esfuerzo, conllevando el fallecimiento inmediato del deportista.
Debemos hacernos pruebas aunque el ejercicio sea leve
Realizarse un electrocardiograma y una exploración física es indispensable. Lo es a cualquier edad y en cualquier práctica deportiva. El coordinador de medicina y traumatología deportiva de Creu Blanca, Manel Ballester, asegura que “aunque sean aficionados y la actividad física sea leve estas pruebas son mínimas y esenciales para tener un control básico”. Además, en aquellos casos en que la práctica deportiva se realice a nivel profesional o de forma más intensa, se recomienda la prueba de esfuerzo. “A través de un control continuo se monitoriza el funcionamiento eléctrico del corazón a un nivel de esfuerzo máximo para detectar posibles alteraciones”, explica Ballester. Esta prueba también se puede realizar con monitorización de gases para observar el consumo de oxígeno y emisión de CO2. La finalidad es detectar el momento en que el deportista entra en esfuerzo anaeróbico. A estos pacientes también se les realiza un ecocardiograma para poder examinar el funcionamiento del corazón a nivel más estructural. Asimismo, a pacientes de riesgo, sobre todo a partir de los 50 años, se les recomienda realizar un TAC cardiaco o una resonancia magnética para valorar la presencia de obstrucciones en las arterias coronarias y, por tanto, el riesgo de infarto agudo de miocardio. Italia es el modelo a seguir. Es el único país que desde 1971 tiene una Ley Estatal de Deporte que obliga a cualquier deportista a pasar unos exámenes cardiológicos para certificar su buena capacidad, mientras que en España estos exámenes solo se llevan a cabo en deportes de riesgo. Desde la inclusión de estas exploraciones cardiológicas han conseguido reducir la incidencia de muerte súbita en deportistas en un 89% y la miocardiopatía hipertrófica ha dejado de ser la primera causa de muerte súbita en los deportistas del país.
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