Los pacientes con diabetes tipo II tratados con insulina tienen ahora menos probabilidades de sufrir hipoglucemias, es decir, un descenso excesivo de los niveles de azúcar en la sangre, gracias a las insulinas de nueva generación.
La diabetes tipo II se caracteriza por un aumento de la glucosa, lo que puede producir complicaciones de la circulación, con afectaciones sobre el corazón, cerebro, vista o riñón, entre otras. En las primeras fases de la enfermedad, se puede manejar para controlar los niveles de azúcar con una alimentación adecuada, vida saludable, ejercicio físico y, con frecuencia, medicamentos; sin embargo, con el paso de tiempo, se produce una deficiencia de la secreción de insulina en el páncreas, lo que hace necesario inyectar insulina, según explica Javier Salvador, consultor del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra.
La insulina administrada al paciente puede generar un descenso excesivo de azúcar en sangre, dando lugar a una hipoglucemia. Esta puede manifestarse a través de nerviosismo, taquicardia y sudoración, e incluso provocar convulsiones y hasta pérdida de conciencia, originando un coma hipoglucémico, situación extremadamente grave. Por esto hay que estar atento a que no se produzcan hipoglucemias o corregirlas con modificaciones de las dosis del tratamiento. Aunque las hiperglucemias no sean intensas, si son frecuentes, aumentan el riesgo cardiovascular.
Los tratamientos farmacológicos, además de ser eficaces, deben ser seguros, produciendo lo menos posible hipoglucemias. En este sentido, el 25 de junio, Sanofi presentó los resultados del primer estudio (denominado BRIGHT) que compara dos insulinas basales: glargina-300 U/ml y degludec, durante las Jornadas de la Asociación Americana de Diabetes celebradas en Orlando (Estados Unidos).
Fuera de los períodos tras la ingesta, que aumentan significativamente la secreción de insulina, el páncreas segrega una mínima cantidad de insulina basal razonablemente sostenida durante el día para evitar que el azúcar aumente. Las modernas insulinas basales sustituyen esta función de manera más precisa que las anteriores, durante un efecto a lo largo de 24 horas que mantiene los valores de glucosa.
Según dicho estudio, las insulinas comparadas son igualmente eficaces en la reducción de la hemoglobina glicosilada (que permite conocer el nivel de control de la glucosa), pero la glargina-300 U/ml se asocia con un menor número de hipoglucemias durante las 12 primeras semanas de administración. En esta fase, de titulación, el médico debe aumentar progresivamente la dosis de insulina, y saber que va a producir menos hipoglucemias aporta seguridad, tranquilidad y mayor adherencia, subraya Salvador. Además, al evitar las hipoglucemias, el paciente tiene mayor confianza para continuar y facilitar el cumplimiento del tratamiento.
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