Un nuevo test evita que las mujeres con el cáncer de mama más común tengan que someterse a quimioterapia. El descubrimiento es resultado de un estudio en el que han participado 10.000 pacientes.
El estudio TAYLORx, que ha sido publicado en el New England Journal of Medicine y presentado hace unas semanas en la conferencia anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica, contó con la participación de más de 10.000 mujeres de entre 18 y 75 años enfermas de cáncer de mama. Pero no trata de cualquier cáncer de mama. El tumor tenía que estar en las fases iniciales de su desarrollo, debía ser de tipo hormonal, ser negativo para el gen HER2 (que expresa una proteína que promueve el crecimiento de células cancerosas) y no haberse diseminado a los ganglios linfáticos. Más o menos, la mitad de los cánceres de mama responden a esta descripción.
“Hasta hace poco era muy difícil calcular el riesgo que cada paciente tenía de que el tumor, después de operado, hiciera una metástasis. Nos basábamos en criterios poco precisos, como el tamaño del tumor”, explica José Baselga, médico jefe del Centro del Cáncer Memorial Sloan Kettering de Nueva York (Estados Unidos).
Después de someterse a cirugía para extirpar el tumor, el primer paso era practicar un test genómico, el llamado “Oncotype DX”, una biopsia que analiza la actividad de 21 genes tumorales que intervienen en el crecimiento celular. De ese análisis cada mujer obtiene una puntuación del 0 al 100, basada en la probabilidad de que el cáncer vuelva a desarrollarse en los 10 años posteriores al tratamiento.
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